Cuenta la leyenda que, después de haber creado el hombre, los Dioses entraron en una discusión respecto a donde esconder las respuestas para las cuestiones de la vida, para que los hombres no tuviesen otra opción que procurarlas.
Podemos esconderlas en la cumbre de una montaña; ellos nunca van a buscar allá, dijo un Dios; no, dijeron los otros ellos las encontrarán pronto.
Podemos ocultarlas en el centro de la Tierra; ellos nunca van a buscar allá; no contestaron los demás, ellos pronto las encontrarán.
Todos se callaron…
Después de algún tiempo otro Dios sugirió: Debemos colocar las respuestas a las cuestiones de la vida dentro de los hombres, ellos nunca van a buscar allí.
Y así lo hicieron.
(Von Franz, 1997)
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